Me costó, no solo dinero, me pesó tanto ideológicamente que tardé tres días en decidir si tirar a la basura la oportunidad de pagar en una sucursal de Apple. Llevo ya casi un mes con una flamante MacBook, y por ser esta la cabecera del resto de la entrada me expresaré con brevedad: soy un usuario transitorio feliz, muy feliz. Con mi nueva compra también logro el privilegio de ser un sabio práctico en los tres sistemas operativos más grandes: Windows, Linux y MacOSX. Son tantas las peleas entre los usuarios, que es difícil para el mortal imparcial discernir las bondades de tres tierras diferentes y tan cercanas; mi objetivo en esta entrada es aprovechar mi experiencia en los Tres Grandes para redactar más o menos una comparativa neutral, basándome en la pura percepción personal, y dejando de lado lo que se dice oficialmente.

Windows

Me crie con Windows, afortunadamente antes de que Internet fuera tan poderoso como para quitarme el cordón umbilical, y lo dejé hasta hace tres años; que por larga que haya sido mi estancia en la prisión de cristal (por las ventanas), en realidad se trata de poco "tiempo informático", pues fue hace más o menos 4 años que me interesé seriamente por los sistemas operativos. No por eso negaré que pasé más de una década en Windows, de hecho esto es un punto importante en esta comparación. No fue hasta que me interesé en la informática que dejé este SO, no porque haya sido iluminado por los pingüinos del polo norte y haya percatádome de las fallas de las Ventanas, más bien sucedió porque tuve otras necesidades (de cualquier manera, sí fui aconsejado por las criaturas polares, pero ya estando en otras tierras).

Como estudiante genérico, me basta (sí, aún) un procesador de textos y un navegador de internet. Cumple Windows estas simples necesidades, así que, ¿para qué hacer bulla? Como usuario promedio, estaba más que consciente de las ralentizaciones graduales del sistema y de los constantes crashes y pantallazos; pero aun con eso, no afectaba mi trabajo (al punto del pánico), así que era feliz con CCleaner y TuneUp Utilities. Esa es básicamente mi experiencia, mas, tengo otras dos historias que vienen como dedo al anillo.

Una amiga estudia en línea, desde su ordenador en la comodidad de un diván. Ella había dejado de operar PC desde antes que apareciera Windows 95, así que no tenía muy frescas las facultades informáticas. Estuve tentado a instalarle Ubuntu o algo así para, según yo, mejorar su experiencia, pero tras pensarlo llegué a la conclusión de que causaría todo lo contrario. Windows, por más ineficiente que sea, es muy amigable; no es coincidencia que los radicales linuxeros lo llamen para "nivel estúpido". Ella va excelente con sus estudios a distancia y no necesita más.

Otra amiga vivió diferente Windows Vista. Ella estudia conmigo y además escribe en una revista prenatal. Igualmente, no necesita más que un procesador de textos y un navegador de internet. Sin embargo, Vista fue tan despiadado que desapareció repetidas veces varios trabajos importantes, incluidos borradores para la mentada revista y trabajos escolares pensados para evaluarse en otro país. Mi respuesta a su necesidad fue "pásate a Linux". Así pues, le instalé Ubuntu y ahora es una escritora feliz con una excelente memoria y seguridad informáticas.

Fue que me empecé a interesar en la informática, llegué a Scenebeta, conocí el software libre y su filosofía, comencé a programar en calidad de pseudo-aficionado, y conocí Linux y sus distribuciones. Conseguí un pasaporte y tomé el primer vuelo fuera del dominio de Gates (en ese entonces).

Linux

Es una pena alterar el orden natural del tiempo, pero si quiero permanecer neutral debo hacer una analepsis a mis tiempos en Windows. Mi primer contacto con Linux fue en medio de una buena convivencia con XP; el enviado de Linux fue Mandriva y me dejó con un mal sabor de boca. Particioné el disco, instalé, reinicié y todo para encontrarme una pantalla descuadrada, un ordenador mudo y falto de salidas a la red global. Un fin de semana de experimentos, enmiendas y un poco de trabajo me enviaron la respuesta telepáticamente. No desinstalé Mandriva, pero no lo volví a usar. Pero la historia no termina allí; ya olvidado yo de su existencia, Linux acabó con mi sistema: se dañó de alguna forma el cargador de arranque (lilo si no me equivoco) y tuve que asistir a un taller de servicio para que repararan el daño. Me decepcioné del famoso Linux.

Más tarde, remontándome al último párrafo de la sección anterior, me empapé de su filosofía y me animé de nuevo, el siguiente enviado fue Ubuntu. ¡Qué diferencia! A la primera obtuve un sistema con todas las prestaciones de Windows y, según decían, más estable. Esto me encargué de comprobarlo con el tiempo. Debo decir que mi sistema falló en repetidas ocasiones, me vi obligado a desconectar el equipo algunas veces, otras, perdí documentos importantes por crashes, y pasé muchas noches investigando y metiendo comandos para lograr lo que quería. Pero, a mi parecer, el camino fue bello y los resultados hicieron el resto digno. Digo que fue un bello camino porque aprendí bastante, y me gusta mucho la tecnología.

Poco a poco ya no necesité de Windows, y por otro lado, me hizo darme cuenta de algunos fallos de Windows. Procesador de textos WYSWYG y WYSWYM, navegador de internet, IDEs, multimedia, dibujo vectorial y otras cosas son bondades de Ubuntu. Y además, su filosofía llena, enamora y persuade: "humanidad para todos" significa la marca. Hubiera permanecido en Ubuntu si no hubiera aparecido en mi camino la jugosa oportunidad de adquirir un MacBook.

MacOSX

Aquí se enrolla otra vez mi pergamino con dirección a la cabecera. El paso de Linux a Mac no fue tan fácil como el de Windows a Linux; mi pesar era la carga ideológica, ¿cómo podría dejar el software libre para pasarme a un sistema cerrado? Finalmente, tras días de cavilaciones, dejé la humanidad para todos y me cerré a un sistema, según, elitista. No es que sea de mentalidad débil, más bien soy flexible y abierto; lo que me dio el empujón fue la existencia de muchísimo software libre para Mac, pensé que podría tener un sistema cerrado, pero corriendo aplicaciones libres (en armonía con otras de pago, que, no lo neguemos, a veces son muy necesarias y en unos casos no son superadas por la comunidad altruista). Pues, hecho, me pase a Mac.

Ya levo casi un mes usando sin complicaciones mi sistema, me adapté fácilmente al modo de trabajo, que es tan "nivel idiota" como Windows, pero más flexible por la base Unix. Igualmente, hoy, Mac es mi sistema primario y el único; todo lo necesario está aquí. Utilizo OpenOffice, Adium, Safari y iTunes, y otras joyas que ayudaron a dar el salto.

La idea de pasarme a Mac estaba acompañada del deseo de tener herramientas para la creación artística. Mac por sus capacidades en diseño gráfico es conocido, de cualquier manera, yo soy más músico que pintor. Casi no se habla de Mac en producción musical, pero es tan efectivo como lo es en diseño gráfico, y eso me dio vueltas en la cabeza tanto como la ideología: me enamoré de programas como Logic o GuitarPro, programas ciertamente caros. Logic no lo tendré por un buen tiempo, pero ya he obtenido mi licencia de GuitarPro 6 y estoy muy satisfecho.

No llevo mucho tiempo aquí como para dar una opinión completa, pero hasta ahora, afirmo con seguridad que Mac es el justo medio entre Windows y Linux (dejando a un lado los precios). Es amigable, intuitivo, flexible, rápido, profesional, estable y serio.

Conclusiones

Este ha sido mi testimonio en los tres más importantes sistemas operativos, lo he redactado todo a forma de historia para no quitar en ningún momento el enfoque personal y, espero, imparcial. No voy a dar conclusiones, pues eso sería romper mi promesa de neutralidad. Que mi texto no sea más que una fuente primaria con promesas de imparcialidad. Espero que sea útil y aclare las mentes cansadas de leer entre disparos de cañón y gritos de agresión.

Saludos