Era día de fiesta en la Corte del castillo más famoso del mundo, edificado sobre los restos de un gigantesco camello bacavés: el perínclito, ebúrneo y churrigueresco castillo de Camellot. Allí se reunían los caballeros del Rey de los brutones, el gran (por lo menos en perímetro y apetito) Harturo Pentragón. La mayor de sus salas (del castillo, no del rey) estaba presidida por la Mesa Quiliagonal de mil lados. (Originalmente debería haber sido redonda, pero los carpinteros de la época y la épica no dominaban mucho el número Pi, así que optaron por hacer una aproximación.). Allí se reunían los Caballeros de la Mesa Quiliagonal (cuando no se reunían en el O'Finnegan's a tomarse unas pintas, claro), cómodamente aposentados de perfil, porque los lados medían apenas medio palmo. En cada reunión todas las sillas acababan llenas, salvo la Maldita Silla, en la que sólo podría sentarse el más esforzado de los caballeros. (No pueden hacerse Vds. idea de lo incómoda que era. De veras que no.)
La puerta de Camellot estaba guardada por Cay, el enchufado y prevaricador hermano de leche de Harturo; la verdad es que el oficio de gorila discotequero o de boliche le iba de perlas. Cay, en realidad, se llamaba Sandalio Froilán, pero como ejercía de portero y todos le saludaban con un apresurado "Hola, ¿qué hay?", se le había quedado como Cay. Lo que era una perrada para el caballero sir Cay, el otro, un tipo honesto y la mar de majo que se llamaba realmente Cay pero, para compensar, le llamaban Sandalio Froilán. A medida que Cay el Bruto daba paso a los caballeros con las palabras rituales ("consumición obligatoria, son veinte neuros de vellón, no se admiten armaduras deportivas"), el heraldo o chambelán los anunciaba así iban entrando con pequeños spots de 20 segundos.
—¡Sir Lanzarote del Lago, el mejor caballero de nuestro reino, orgullo patrio de los granbrutones, protector de la nación inglesa! ¡Busque, compare, y si encuentra algo mejor, cómprelo!
—Bonjour à tous, mes amis. Comment ça va, un petit café au lait, s'il vous plait, oh la là l'amour, et voilà le déjà vu, j'ai perdu ma plume dans le jardin de ma tante —replicó Lancelot en su lengua patria.
Justo detrás de él entró su padre, el rey Ban de Benoic, apodado "el admin de hierro" por la facilidad con que prohibía el acceso a los foros de Internet. Le seguían Bors el padre y sus hijos Lionel y Bors, que también era padre, pero no de sí mismo.
—Niños, devolvedme algún escudo, venga, porfi, que quedo mal...—gemía el anciano Bors.
—Como el conejo al ajillo...—le respondieron sus vástagos. Eso dolió: si de algo se arrepentía Bors padre, era de haber dicho "Hoy comeremos conejo al ajillo" cuando aquel incidente con la Bestia del Reino (véase Monty Python And The Holy Grail). Pero la atronadora voz del chambelán les interrumpió.
—¡El Caballero Negro! ¡No se mancha, y es muy sufrido!
El Caballero Negro hizo su entrada, rutilante en su blanca armadura completa, su espada Blancanieves al cinto, a la zurda su escudo (que mostraba una novia vestida de blanco echando arroz blanco a las blancas palomas sobre un campo nevado, imagen que luego Malévich plagiaría en su cuadro Blanco sobre blanco), acompañado de sus sirvientes de blanca librea que ondeaban su blanco pendón. El Caballero Negro se apartó su capa blanca antes de sentarse junto al sarraceno sir Palomitas, que estaba ahí, básicamente, para aparentar que los de la Mesa Quiliagonal no eran una panda de xenófobos con fijación obsesiva por (o mejor "contra") la gente de Oriente Medio.
Uno de los jóvenes escuderos recién llegados, un tal Gauguin, no pudo aguantarse, y tuvo que hacer esa pregunta que siempre tenía que hacer el zoquete de turno.
—Pero... ¿por qué le llaman el Caballero Negro, si va de blanco?
Y como siempre sucedía, el fino oído del Caballero Negro le oyó, y pasó lo que tenía que pasar. Se quitó el yelmo, fulminó al escudero con la mirada, y le espetó:
—¡Ya eh'tamoh otra ves, brother! ¿Qué le paza a la zeñoriiita Ehcarlaaata? ¿Ez que tengo que metem'me un güeso en la narí o me tengo que í de safari, o qué pasa contigo, paliduucho? ¿Ez que no te bah'ta que tenga que hablá como un ehtúupido ehtereotipo de negro porteadol de laz Minaz del Rey Zalomón, o quéee, eh, eh?
Afortunadamente, sir Palomitas intervino y la cosa no llegó a mayores.
—Veeenga, Mubuntu, tranquiilo... Que el chaval está verde y no tiene ni idea... Si vieras lo que me hacen a mí cada vez que llevo una mochila o me pongo a hacer footing...
—Si eh queee... (gruñido gruñido gruñido)
La voz del chambelán atronó otra vez.
—¡Colasa, la Grande, Inimitable Lechera!
Harturo se miró de soslayo al mago Martín, su fiel consejero (o el que le manejaba como un pelele, según se mire) y le preguntó inquieto:
—¿¿Tanto me pasé aquella noche con la Ginebra que nombré caballero a una mujer y ni me acuerdo?? Y con ese nombre... ¿¡¿Quién es?!?
—Es el primer plato, Majestad. Colasa era la vaca aquella moteada, la de...
—¡Aah! —suspiró Harturo, aliviado. Martín pensó que era mejor no recordarle lo que sí había hecho aquella noche. Al fin y al cabo, los leotardos fucsia combinan fatal con los patitos de goma... Mientras, Harturo empezó a devorar la vaca y cogió el tenedor y el cuchillo, por este orden. Mientras, el chambelán seguía anunciando.
—¡El rey Pescador Pellinore, no vea qué besugo, señora! ¡Sir Perceval/Peredur/Parsifal, el Esquizofrénico! ¡Sir Tor! ¡Sir Galahad, el Impote... que digooo.. el Casto y Puro! ¡Sir Yvain l'Avoutre, hijo bastardo de Uriens, muestra impía de pecado, el...!
—Bueno, vale, sin pasarse, ¿eh?—dijeron los bastardos, antes de sentarse en la mesa de los niños (aún no eran de la Quiliagonal).
Digamos, para abreviar, que a Yvain le siguieron otros cuantos caballeros de la Mesa Quiliagonal, además de alguno de la Cruzada contra los cátaros, la 2ª Guerra de los Barones de Enrique III de Inglaterra, cierto noble alemán del s. XVI, Jaume I el Conquistador coqueteando con las camareras, un conde de Urgell, un par de clérigos de los de chapa y espada y a Dios rogando mientras tajos dando, un asturiano que se trajo una sidra casera que no veas cómo pegaba, dos duques francos de Atenas, y los que me dejo. Nadie se fijó demasiado en ellos, porque acababan de traer las codornices rellenas, y oiga, lo primero es lo primero, y después viene el segundo plato, y no le haremos ascos. Tú dirás quién se va a fijar en unos anacronismos de nada, con lo bien que le salían las codornices al cocinero... estarían muertas, sí, ¡pero iban que volaban!
¿Nadie? Bueno... casi. En esas, el inquieto Harturo le preguntó al mago Martín, entre codorniz, espaldar y codorniz:
—No entiendo, Martín... —ñam— Veo que me faltan buenos caballeros —glup—, como sir Verbeber, mi fiel copero —gronf—, o mi hermanastro Cay, que ya debería haber vuelto, y en cambio veo gente que no sé de dónde sale... —ñamñamñam—Y ni siquiera veo mi propio escudo...
—Esto es porque tiene muebles, ya sabéis, las tres coronas...
—Sigo sin entender... ¿esto es cosa tuya?
—Zyx, Harturo, azyx es... No te preocupes...
—Pero —ñomf—, ef que —ñamf— fi refulta ggge —gronf—...
—No te preocupes, Harturo... Relájate y dzyxfruta.
—Ah, no —masticó Harturo—, la fruta para el postre...
Y Harturo siguió comiendo tan tranquilamente. La verdad es que si no hubiera estado tan ocupado en la pitanza, y los caballeros no hubieran estado tan pendientes de mirarse el ombligo y ver quién tenía la proeza más larga, habrían notado algo raro en el mago Martín. En vez de la túnica lila con estrellitas dorado pastel que le era habitual, llevaba un traje sastre gris marengo, con americana cruzada de dos botones, camisa blanca y corbata de nudo americano. Además, también llevaba gafas, aditamento que Martín jamás usaba porque aún no se habían inventado, y en vez del cucurucho de mago, no tenía nada en la cabeza, salvo gomina y una impecable raya a la izquierda. Probablemente, Harturo también se habría dado cuenta que los caballeros se estaban quedando roques al unísono, hundiendo la cara en la sopa de gachas o el estofado de Colasa, según se terciare, entre sonorísimos (y burbujeantes de gachas) ronquidos. En vez de eso, Harturo sólo dijo:
—Esta vaca al chilindrón sabe un poco raro...
—Es que la has probado poco —respondió Martín con una diabólica sonrisa.
Harturo miró extrañado a Martín, y al instante cayó también dormido. El mago Martín (más falso que un billete de trece euros, ya podemos decirlo sin que sea alerón¹) sonrió para sus afueras. El conjuro de ojo de murciélago, ala de mandrágora y siete arrobas de Valium había hecho finalmente su efecto, un poco más tarde de lo esperado; y es que abrirse paso entre todo el colesterol y tromboflebitis de Su Majestad no era tarea fácil. Martín recogió todos los escudos, los comprimió con otro conjuro y marchó estruendosamente...
¹Spoiler, en piquinglis.
¿Quién es el misterioso individuo que se ha hecho pasar por el mago Martín? ¿Conseguirá Harturo recuperar los escudos de sus caballeros —su esbelta figura juvenil está claro que no—? ¿Qué tiene que ver Gene Roddenberry en todo esto? ¿Cuál es el valor entero mínimo de la hipotenusa de un triángulo rectángulo cuyos catetos sean, también, enteros? ¿Por qué el Firefox no permite asignar valores porcentuales a la anchura y altura de un archivo swf? ¿Alguien me presta veinte euros para el autobús? ¡Todo esto y mucho más o menos en el obnubilante y pizpireto segundo capítulo de El Regreso del Escuadrón Decrépito!
Strength is irrelevant. Resistance is future. We wish to improve ourselves.
La fuerza es irrelevante. La resistencia es futuro. Queremos mejorarnos.
Comentarios
Bonus Track: El Making Of...
Primero de todo: fijaos que hay un adjunto, que es digamos que la parte de chicha...
La manera de usar la cosa esta adjunta es fácil: descomprímase y ábrase con el navegador el fichero HTM. Está probado con Opera y Firefox; lo que decía que el FF no acepta los valores percentuales es cierto, y un fastidio que no veas (Opera no tiene problema con eso, lo que permite hacer toda la página con valores relativos; pero los que tengáis menos de 1280 de ancho seguramente no os quepa en la ventana. Matad algún pingüino en venganza.). FF tiene alguna otra manía con Flash (no permite usar combinaciones de teclas con CTRL, por ejemplo); Opera no tiene ningún problema. Ni idea de cómo funcionará con el Internet Exploder, pingüinos navegantes, Safaris cazando Leopardos por la gran Manzana Escocesa, y todas esas cosas; agradeceré información.
Un detalle especialmente interesante: el peso total de los 40 escudos heráldicos que hay en esa paginita, incluyendo la página en HTML propiamente dicha y la hoja de estilos CSS, es de sólo 44,5 KB, poco más de 11,1 KB por imagen. Teniendo en cuenta que se trata de un gráfico vectorial (o sea, se puede poner a cualquier tamaño) y se usa sólo un único archivo swf (pasándole distintos valores: los podéis ver en el apartado FlashVars de la etiqueta OBJECT del código fuente HTML)... bueno, creo que le saca cierta ventaja a hacer lo mismo con imágenes bitmap sin pérdida (como un formato PNG). He usado el parámetro wmode en transparente, lo que teóricamente debería hacer que el fondo de los escudos fuera ídem. Pero sé que no funciona en todos los navegadores (no me preguntéis cuáles, que no lo tengo muy claro a partir del Netscape 2 en adelante).
Este swf puede hacer mucho, mucho más que lo que veis aquí (tiene 30+ tipos distintos de líneas, sólo por poner un ejemplo)... sucede que me he limitado a los escudos de armas históricos que ya tenía apuntados por otro lado. Viva el reciclaje. Está, además, trufado de componentes (una especie de a medio camino entre plugin y biblioteca propio de Flash, muy reutilizables y prácticos), unos 300+ aproximadamente, si mal no recuerdo. Hay que ver lo que se llega a comprimir un .fla...
Bacavés es un término acuñado por Salvador Espriu, de oficio abogado y de profesión poeta y prosista, que se refiere al conjunto lingüístico BAlear, CAtalán, Valenciano y rosellonÉS/alguerÉS. De hecho, el favorito de Espriu para esta lengua era llamarla Rosalba Cavà (mismo anagrama), porque, decía, parecía una cabaretera. Lo de Rosalba Cavà no hizo mucha fortuna, pero actualmente el término bacavés está perfectamente aceptado como sinónimo de "catalán" (lengua) en su sentido más amplio por el IEC, que es quien acepta o rechaza estas cosas.
"Mueble" es un término heráldico que se refiere a todo lo que no sean piezas ordinales. Las piezas ordinales son los dibujos geométricos (cruces, ángulos —chevrones o cabríos—, barras, fajas, palos, varas...o sea, franjas dispuestas en todas las maneras posibles), los muebles son los dibujos de leones, leopardos, castillos, monedas (bezantes), arcoiris, piojos, etc. etc. Los escudos atribuidos a Arturo tienen una o varias coronas de oro (amarillo) sobre campo (fondo) azur (azul).
Gawain (alias Gaugin, que se pronuncia muy similar) está bastante verde en sus primeras aventuras, aunque no tanto como el Caballero Verde, claro (uno de los textos del ciclo artúrico, ya os lo estaréis imaginando, es Sir Gawain y el Caballero Verde). Claro que de Caballeros Verdes hay por lo menos tres...
En cuanto a quién es el falso mago Martín... bueno, tenéis que haber vivido los 80 en España. Si es el caso, su frase fetiche muy probablemente os suene 8). Tened por seguro que volverá a salir... Hoy día ese tipo sería, o es, el Dr. Gregory House del Hospital Universitario Princeton-Plainsboro.
Y sí, Gene Roddenberry tiene algo que ver con todo esto, aunque no lo sepa ni él. Claro que lo tiene un poco difícil para enterarse, pero quejarse, sé que no se quejará...
Strength is irrelevant. Resistance is future. We wish to improve ourselves.
La fuerza es irrelevante. La resistencia es futuro. Queremos mejorarnos.
Hace falta decodificador... :P
Te has divertido de lo lindo redactando el blog, ¿eh?, mira que la mayoría de los que acaben en el no se van a enterar ni del nodo...
Bueno, para los que hayais tenido la paciencia y resistencia (de llegar a leer mi comentario sin partiros de la risa con lo anterior) os diré que básicamente ZYX3D está anunciando al estilo piritione la proxima serie de programación Action Script 1.0
Salu2
"El paraíso a mi derecha, el infierno a mi izquierda y el ángel de la muerte tras de mi."
Algo más, y algo menos :)
En realidad estaba intentando ganar tiempo miserablemente, porque este finde no he podido hacer ni la mitad de lo que esperaba... :) (de las biblios Math, Number y String, el bloque inicial, sólo he podido pulir la Math... donde, por cierto, está la respuesta a la hipotenusa :D). Así que tomé el megamicrowidget de heráldica, y parte de una aventura que hice hace años para el Murphy's World (desternillante juego de rol de mesa), que hace tiempo que quiero pasar a videoaventura estilo Lucasfilm/Kristal of Konos (del que podéis ver un par de reviews, aquí o bien aquí, ambas en inglés). Ahora ya sabéis qué no decir al Caballero Negro que guarda el puente ;). Menos Colasa y el tipo de las gafas (que es de otra idea locuela, la Liga de los Hombres-Anuncio Extraordinarios), todo es de esa aventura. También tengo algo de material en proceso para la leyenda artúrica en plan serio: una de las ventajas que tiene la épica es que, al ser tan formularia (=repetitiva y encorsetada), resulta muy fácil de pasar a estructura de código. En todo Malory, sólo hay tres maneras de derrotar a un caballero, y todos los combates acaban con el mismo patrón...
Seguirá otra entradita (bastante más corta, de eso no tengo partidas roleras :D) con dos pruebas de concepto más y la respuesta a lo de Roddenberry ;). El gran final... será la explicación detallada y comprensible del proyecto en sí, que ya habremos ejemplificado los tres ejemplos principales (widgets, componentes sueltos, y combinados en algo). Pero es que aún no lo tengo hecho, vago que soy... :D
Sigan atentos, a la misma Mac-hora, en el mismo Mac-canal...
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